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Foto del escritorEspacio Cd. Hidalgo

EL ÁNIMA DEL MOLINO



En la acogedora y rústica cocina de la casa de don Pantaleón Jacobo ( “ Don. Pantaleón el de las pastas ” ), como era conocido popularmente, mientras saboreaba un rico “taco” de chicharrón con chile y la señora de las casa vigilaba a la aromática “cocada” que hervía en un caso sobre el “fogón” de ladrillos, don “ panta ” boleaba las “pastitas” de leche y nos obsequiaban con una de sus fantásticas y sabrosas pláticas sobre “ muertos ”, “espantos. Hubo una que recuerdo siempre cuando viajo rumbo al oriente cuyo paso obligado por la carretera hacia la capital del país, Nico hace contemplar el vetusto en un tiempo famoso “Molino de Santa Rosa”. Este molino de trigo pertenecía a la hacienda de Santa Rosa Jaripeo jurisdicción de nuestra antigua Taximaroa.


Nos platicaba “ Don Panta ” que cuando estaba recién casado, tenía un compadre que trabajaba como “ velador ” en dicho molino y que ya quería renunciar al empleo porque seguido lo “ espantaba ” un “ muerto ” que lo dejaba “ Trabado ” del susto y que a pesar de que le hablaba nunca le pudo entender nada. “ Don Panta ” le aconsejó que se armara de valor y se hiciera a acompañar de el mismo porque tenía seguridad de que él quería, enseñarle o darle algo valioso.


Después de algunas discusiones y tratar de convencer al compadre de que a lo mejor le tocaba salir de pobres, acudió una noche en su compañía, y efectivamente como a las 12 de la noche se les apareció, el “muerto” en forma de una persona del sexo masculino de mediana edad vestido como los de antes” haciéndoles señas de que lo siguieran.


Los dos compadres, aunque casi desmayados de espanto, lo siguieron hasta el pié de un árbol donde después de señalar hacia un punto desapareció silenciosamente. Una vez que se repusieron acordaron ir al interior del molino por una pala y un pico con los que dedicaron a escarbar donde les había indicado el “anima” y como un metro y medio bajo tierra encontraron una olla con “tejos” y monedas de oro macizo quedándose helados al escuchar una voz profunda y cavernosa que les decía: “Sáquenlo” sin ambición y sin que le “pegue” la luz del sol”. Pusieron manos a la obra y sacaron la olla con su valioso contenido, se sentaron a descansar un poco y comenzaron a platicar, el compadre entusiasmadisimo decía: ahora si “ Panta ”, con tanto dinero nos vamos hacer ricos y hacer que otros trabajen para nosotros, yo por mi parte voy a humillar y a maltratar a los *$&%(I! ricos que conmigo lo han hecho, atener un montón de “viejas”, y a “parrandeármela” diariamente, voy a prestar dinero a rédito y a quedarme con propiedades¬ carros y más cosas para hacer más grande mi riqueza. “Don Panta” lo escuchaba y pensaba yo creo que mi compadre ya está “azogado” (se cree que al sacar dinero enterrado este suelta un gas llamado “azogue” que mata o vuelve locos a los que lo aspiran) y le dijo: Compadrito, mejor ya vámonos que no tarda en amanecer y el ‘”anima”, muy claro nos advirtió que no ambicionáramos nada respecto al “entierro” y que no le pegara el sol.


Así lo hicieron, pero al tratar de levantar la gran olla esta solamente se movía unos cuantos centímetros por lo que sudorosos y fatigados los sorprendió el amanecer y ¡oh sorpresa y desilusión!, cuando lograron llegar al “Camino Real” ya, con el sol como media “garrocha” de alto destaparon la olla que habían cubierto con sus “yompas” (especie de camisas de mezclilla) y ante sus azorados ojos, las monedas de oro fueron transformándose en carbón.


Así terminó su relato el buen “Don Panta” diciendo: toda la culpa la tuvo el ambicioso de mi compadre al que desde entonces, le negó el habla”.

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